Pataki de Shango
- Natalia Bolívar Aróstegui
- 5 dic 2016
- 2 Min. de lectura
Aggayú, el dueño del río, tuvo amores con Yemayá y de ellos nació Shango. Pero Yemayá no lo quiso y Obbatalá lo recogió y lo crió. Al reconocerlo como hijo, le puso un collar blanco y punzó. Dijo que sería rey del mundo y le fabricó un castillo. Shango bajó al Congo y se hizo un muchachón tan revoltoso que Madre de Agua Kalunga lo tuvo que expulsar de allí. Entonces tomó su tablero, su castillo y su pilón, con los que había bajado del cielo, y emprendió el camino del destierro. Andando y andando, se encontró con Orula, a quien le dio el tablero porque sabía que era el hombre de respeto y lo iba a cuidar. Shango se quedó adivinando con caracoles y coco, cantando, fiestando y buscando broncas. Se casó con Obba pero también vivía fijo con Oyá y Oshún. Oyá, como se sabe, era la mujer de Oggún, pero se enamoró de Shango y se dejó robar por él. Este rapto dio origen a una guerra tremenda entre Shango y Oggún. En cierta ocasión Shango tuvo que esconderse de sus enemigos, que querían cortarle la cabeza, y se metió en casa de Oyá. Oyá se cortó sus trenzas y se las puso, lo vistió con su ropa y lo adornó con sus prendas. Cuando Shango salió de la casa, sus enemigos muy respetuosos creyeron que era la santa, le abrieron paso y lo dejaron escapar. Cuentan que como Shango peleaba y no tenía armas, Osain, que era su padrino, le preparó el secreto (ingredientes) del guiro. Cuando lo tocaba con el dedo y se lo llevaba a la boca, podía echar candela por ella. Con eso vencía a sus enemigos. Cuando se oye tronar, se dice que es porque Shango anda de rumbantela con sus mujeres o que cabalga por el cielo.
Festividad: 4 de Diciembre

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