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Pataki de Elegguá

  • Natalia Bolívar Aróstegui
  • 13 jun 2017
  • 1 Min. de lectura

Elegguá es el hijo de Okuboro que era rey de Añagui. Un día, siendo muchachón, andaba con su séquito y vio una luz brillante con tres ojos, que estaba en el suelo. Al acercarse vio que era un coco seco (obi). Elegguá se lo llevó al palacio, le contó a sus padres lo que había visto y tiró el obi detrás de la puerta. Poco después todos se quedaron asombrados al ver la luz que salía del obi. Tres días más tarde, Elegguá murió. Todo el mundo le cogió mucho respeto al obi, que seguía brillando, pero con el tiempo, la gente se olvidó de él. Así fue que el pueblo llegó a verse en una situación desesperada y cuando se reunieron los arubbó (viejos), llegaron a la conclusión de que la causa estaba en el abandono del obi. Este, en efecto, se hallaba vacío y comido por los bichos. Los viejos acordaros hacer algo sólido y perdurable y pensaron en colocar una piedra de santo (otá) en el lugar del obi, detras de la puerta. Fue el origen del nacimiento de Elegguá como orisha.


Por eso se dice, -Ikú lobi ocha. El muerto parió al santo-.


Festividad: 13 de Junio



 
 
 

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